Hace unos 15 años que me incorporé en ENBICI "GRUPO SALVAJE" y me filosofía de ciclista cambió.
El nombre de "Salvaje" viene de los indios americanos. Donde "Salvaje" significa libertad, es llegar donde muchos ciclistas no se atreven a ir. "Salvaje" es entender que la naturaleza no nos pertenece, que nosotros somos parte ella, a la cual la queremos, respetamos y cuidamos. También, "Salvaje", es compañerismo. En la vida salvaje un animal solo no es capaz de sobrevivir, necesita de los demás. Así somos los "Salvajes", no importa quien corone el primero o descienda el último, siempre habrá gente esperando en lo más alto, si no han bajado a acompañarte en los últimos metros o te esperan con los brazos abiertos después de haber disfrutado de cada piedra, raíz, curva y escalón de la trialera que acabamos de superar.
Hoy han vuelto a florecer estos sentimientos. Nos hemos reunidos seis "Salvajes" y un acompañante de lujo, Juanjo, El capitán pedales.
Llegamos pronto a Soto y fuimos a tomar un café, cuando estábamos dentro apareció Juanjo. Al salir escuchábamos a nuestras hermana las cigüeñas que con su cantar nos decían que no tuvieramos miedo, que la montaña estaba preciosa, que ellas nos harían hueco entre las nubes para que pudiéramos disfrutar de un autentico día de "Salvajes".
Empezamos las subida y los copos de nieve nos caían para mantenernos bien despiertos y atentos para poder sentir todo lo que nos rodeaba. Los paisajes nos mostraban como lo antiguo, las hojas secas con sus tonos ocres, se mezclaban con el verde intenso de lo nuevo, de la vida.
Después de una larga subida al cruzar una pradera el viento nos llevaba, literalmente, hacia lo desconocido, hacia la naturaleza, que despertásemos, que disfrutáramos de cada instante.
Poco después nos esperaba nuestro primer descenso, donde las rocas y raíces se cruzaban con nosotros para jugar y llevarnos hacía nuestra última subida del día. Una subida larga y dura, con momentos de bicitreking, pero justo cuando descubrimos una cascada preciosa nuestro invitado nos tenía que abandonar, sus obligaciones familiares eran superiores a su deseo de continuar con nosotros, pero nos encargo que recordáramos a la montaña que aunque no estuviera él con nosotros, mandó a sus pensamientos acompañarnos para disfrutar del magnífico día.
Aquí empezó lo bueno, caminos de piedras que se escondían entre el manto de nieve que cada vez se hacía más grueso. Tras casi una hora de caminar con la bici llegamos a la pradera de la hoya de San Blás, ese sitio donde los lugareños subian con los burros a coger nieve. El viento nos obligaba a continuar, no quería esperar a mostrarnos el camino que nos quedaba por disfrutar.
Caminamos un rato más y de repente encontramos una alfombra blanca que nos llamaba, "Salvajes" venir que os voy a regalar una de las mejores experiencias. Una bajada interminable, donde la nieve nos retenía para disfrutar de cada instante, jugaba con nosotros, nos hacía perder el control de una rueda pero siempre con mucho cuidado para no hacernos daño. Fue espectacular, tanto que las palabra no pueden describir todos nuestros sentimientos y sensaciones.
Hasta la bici de Max se quería quedar en este lugar, frenó la rueda para pedir a su dueño que la dejara disfrutar de todo lo que la rodeaba, quería digerir todas las emociones que había tenido durante esa interminable bajada.
Después de convencer a la bici que le esperaba otra trialera conseguimos que rodara algo mejor para poder acabar esta ruta. En el coche, abrazos y felicitaciones por el gran día de "Salvajes".
Hoy nos hemos hecho mas "Salvajes", hemos entendido que hay que arriesgarse para poder disfrutar de nuestra madre naturaleza, que disfrutarla en compañía de nuestro amigos eleva exponencialmente nuestras sensaciones.
El ADN "Salvaje" ha vuelto a correr por nuestras venas.
Hasta la próxima "Salvajes" + 1