lunes, 19 de abril de 2010

Carrera de Pastrana. 18-04-10

Madre mía que carrera.
Después de mis últimos entrenamientos pensaba que no estaba tan mal. Un día me encontré con Ricardo, que se las vio y deseo para cogerme. Iba rápido ese día pero fue un espejismo.
Esa semana fui a La Morcuera con Javier y me dio un repaso en la subida, yo creía que se debía a una semana dura de entrenamiento, pero nada más lejos de la realidad.

El domingo cuando llegué a Pastrana, precioso pueblo, no tenía buenas sensaciones, pero sí, muchas ganas e ilusiones. Me notaba pesado, como siempre, un cumpleaños la noche del sábado, muchas fritanganas para mi estomago.
Salimos a ver el circuito, gran error, tardamos casi una hora, nos perdimos, subimos la última bajada que se hace muy dura. Llegue con el tiempo justo de dejar el chubasquero coger unos geles y el bote del agua.
La salida, llego con el tiempo justo, ya está la parrilla formada, me cuelo y me coloco, como siempre, el último. Suena el silbato, salgo no demasiado fuerte hasta después del repecho más duro, empiezo a apretar y me encuentro bien, voy remontando, hay tapones, nervios, caidas, etc... todo como estaba planeado.
La primera vuelta muy bien y nerviosa, había muchos corredores.
Comienzo la segunda, veo como en la subida me empiezan a sacar mucho tiempo mis ribales, no cojo el ritmo, se me van.
Por primera vez huelo las chuletas en la barbacoa, pido que me guarden una.
Antes del llano me pasa Alonso, 2º Master 50, pero en el llano me voy, parece que voy rápido, incluso le saco algo de tiempo, pero en la tercera vuelta en la subida se me escapa poco a poco. Antes de llegar al avituallamiento me doblan los tres primeros elites, pero para mi sorpresa en pocos segundos escucho; "Paso Master ". No me lo creo, es el primer master 30, si está casi con los primeros después de salir un minuto después.
Me hundo.
LLego a la zona de la barbacoa, ¡que pasa, se han comido todas las chuletas!, pero para mi sorpresa, cuando empieza la subida, hay uno de la organización con un montadito para mi. No tengo nada que perder, paro unos segundos, cojo el montadito y tiro para delante. ¡¡que rico está!! lo mejor de la carrera.
De ahí hasta meta, echo polvo, destrozado física y anímicamente.
Menos mal que cuando llego a casa siempre están mis pequeñas para darme ánimos y mejorar mi estado psíquico, aunque terminan con la pocas fuerzas que me quedan.

Por la noche, María, mi hija mayor me dice:
"ERES UN SUPER PAPÁ, AUNQUE UN POCO RARITO"

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